VENTANA DE CINE

 

 

2017, DRAMA, ESPAÑA, 97 minutos
DIRECTOR      CARLA SIMÓN         
INT/ERPRETES   LAIA ARTIGAS (Frida), BRUNA CUSÍ (), DAVID VERDAGUER (Esteve), PAULA ROBLES  (Lola)
Guion: Carla Simón. Música: Ernest Pipó.  Fotografía: Santiago Racaj. Producción: Valerie Delpierre

CALIFICACIÓN: 7, entrañable  

ARGUMENTO

Frida, una niña de siete años, tras la muerte de su madre, es acogida en la casa de su tío, que está casado y tiene una hija de dos años, en una casa en medio del campo. La niña vive en el desconcierto de una muerte que no comprende y de una familia que le resulta extraña.     

COMENTARIO

La directora dedica la película a su madre Neus, que es el nombre de la fallecida madre de la niña protagonista. De alguna forma este relato con tintes autobiográficos es una mirada a la infancia perdida y al despertar de los sentimientos.

El tema fundamental que aborda la película es el sentimiento de desconcierto que provoca la muerte en los niños. Frida mira a los adultos, sus trajines, sus susurros, sus idas y venidas, desde la distancia de quien no parece sentir lo que ha sucedido porque todos se empeñan en revestirlo y ocultarlo. En ese sentido, el primer momento de la película, cuando ella aferrada a un muñeco mira a sus abuelos y tíos recoger las cosas de su casa, es significativo. Incluso en la oración con la abuela, Frida sigue estando sola. La película muestra el duro camino hacia la superación de una situación que la sobrepasa. Sus pequeñas rebeldías están demandando atención, pero una atención diferente. Sus celos por su prima se acaban cuando ésta, mucho más pequeña que ella, le dice que la quiere y la barrera con su tía, cuando ella le habla sin tapujos de la muerte de su madre. Tras ese momento sólo queda esperar que las lágrimas sean el cauce por el que se aleje la soledad. Y ese momento llega cuando menos se espera, pero es natural, porque es cuando ella, de pronto, se siente felizmente integrada en la nueva familia.
Película sensible pero no ternurista. Nada lacrimógena y sí muy precisa en la descripción de las situaciones. Con datos breves y esporádicos, el espectador se hace una idea de la vida de los padres de Frida. Además, nunca pierde la mirada de la niña. Todo lo que vemos lo hacemos con ella, lo cual es un mérito añadido y refleja una profunda confianza en el guión y la forma de contar la historia. 

Sólo me deja insatisfecho el aspecto religioso que aparece en dos planos. En el primero con la abuela rezando, y enseñándole a rezar a la niña, el Padrenuestro. Es una oración fría, no acomodada a las necesidades de la niña que necesita otras referencias y más cuando esa referencia desaparece con la presencia de la abuela. La otra es la búsqueda de la niña, que cree encontrar, en una fuente en la que está la imagen de santa Rita, el lugar desde donde va a poder entrar en contacto con su madre. Así que le deja un paquete de tabaco y le encarga a Sta. Rita que se lo dé. Cuando regresa, pasados unos días, contempla satisfecha que el paquete ha desaparecido, pero cuando le deja un vestido y se lo encuentra colgado en las ramas la niña pierde la confianza en la santa y le tira barro. Es una lástima que no haya una puerta abierta a la trascendencia que hubiera ayudado a la comprensión del misterio.

 

            Jesús Riaza